"Fuente de Apolo o de las Cuatro Estaciones vista de noche"

 

La Fuente de Apolo, o Fuente de las Cuatro Estaciones, fué diseñada en 1777 por Ventura Rodríguez, al igual que la Fuente de Neptuno y la Fuente de Cibeles. Formaban estas fuentes parte de la gran reforma del Paseo del Prado de Carlos III.

 

Las seis tazas laterales reciben el agua de una cabeza de Medusa a un lado y de Circe al otro, encima de esto se encuentran las alegorías  a las cuatro estaciones portando sus respectivos atributos: canasto con flores, haz de espigas, corona de pámpanos y racimos de uvas. También aparece, en la parte frontal el escudo del Oso y el Madroño.

 

En la parte superior está el propio Apolo, con una Lira en la mano, a la espalda un carcaj (sin flechas) y una serpiente vencida a sus pies. Apolo era el Dios de las Artes y del Sol, siendo la más popular de sus hazañas la de causar muerte a una serpiente que habitaba en Tesalia y causaba miedo y pánico en la población, «cayó muerta y destrozada bajo las flechas de Apolo, y por cuyas mil heridas salió la venenosa sangre».

 

Esta hazaña llenó de orgullo y soberbia a Apolo que, para su desgracia, se burló de Cupido y la utilización de sus flechas. Así narra Ovidio el suceso en la Metamorfósis:

 […] Porque Apolo, presuntuoso de su éxito sobre la serpiente Pitón, viendo a Cupido con el apercibido carcaj, le amonestó:
Dime, joven afeminado: ¿qué pretendes hacer con esa arma más propia de mis manos que de las tuyas? Yo sé lanzar las flechas certeras contra las bestias feroces y contra los feroces enemigos. Yo me he gozado mientras veía morir a la serpiente Pitón entre las angustias envenenadas de muchas heridas. Conténtate con avivar con tus candelas un juego que yo no conozco y no pretendas parangonar tus victorias con la mías.
Sírvete tú de tus flechas como mejor te plazca —respondió el Amor— y hiere a quienes te lo pida tu ánimo. Mas a mí me place herirte ahora. La gloria que a ti te viene de las bestias vencidas me vendrá a mí de haberte rendido a ti, cazador invencible.
Después de terminar su discurso, Cupido se dirigió hacia el monte Parnaso y, una vez allí, cargó dos flechas con el fruto del amor y la pasión en una, y en la otra, por contra, el abultado desdén. Las lanzó con gran tino y la primera se clavó en el pecho de Apolo, mientras la segunda alcanzó a la ninfa Dafne.De este modo, la pasión de uno —en este caso Apolo— se estrellaría siempre contra el desprecio —latente en Dafne— del otro. Ante los requerimientos del dios, la ninfa respondía indefectiblemente con el repudio y la huida.

 

La persecución de Apolo por Dafne fue incesante y, en la huída, Dafne acabó por convertirse en un árbol de Laurel, que desde entonces será símbolo y árbol sagrado para Apolo.

 

BIBLIOGRAFÍA

  • Fuentes de Madrid, Arte e HistoriaEd. La Librería – A.F. Martínez Carbajo y P.F. García Gutiérrez
  • Atlas Ilustrado de la Historia de Madrid Ed. La Librería – P. López Carcelén
  • El Madrid de los Borbones – Ed. La Librería – José del Corral
  • Enciclopedia de la mitología – J.C. Escobedo
  • www.monumentamadrid.es